En honor a una de mis grandes amigas
A la distancia
Petit chat
¿Pero es que acaso no lo entiendes? Fue lo primero que pasó por mi mente al despertar… Entender… ¿qué? Hace tanto que no entiendo nada de lo que pasa a mí alrededor, como si estuviese sumergida en un sopor que nubla mis pensamientos y no me permite ver con claridad lo que a otros se les presenta como evidente. Estoy a aquí. A miles de kilómetros de todo aquello que llamo casa. De todo lo que soy o al menos fui en algún momento pero que dista mucho de la realidad presente. A veces me pregunto si esta inhabilidad de enfrentarme con lo evidente es nueva o es que ahora finalmente veo las cosas como son y era antes cuando no podía discernir entre lo real. Es cerca del medio día y Elisa no debe tardar en llegar al café de la esquina. No quiero hablar con ella o con nadie. Apenas hace unas tres horas que logré conciliar el sueño. En fin que tendré que levantarme ha venido especialmente a verme. Me levanto sin ganas y me doy un largo baño caliente. Me miro en el espejo, esos círculos obscuros bajo mis ojos que se alojaron hace apenas unos cuantos meses. Antes de dejar el departamento mi hermano me dice: -Que mal te ves- Le doy las gracias con un gesto, no tiene caso discutir. Elisa llegó puntual a la cita como siempre y me recibe con una sonrisa. Me da un cumplido y me dice que me veo mejor… le doy una media sonrisa, sé que miente. Pero lo hace con buena intención. En estos momentos no soy buena compañía para nadie, ni siquiera yo misma deseo estar conmigo. Con miedo de repetir la misma historia dejo que ella me platique sus cosas aunque en verdad sus palabras se me escapan ante tu recuerdo que se tropieza en mis pensamientos. Elisa se levanta por las ordenes y mientras, me quedo observando a la gente pasar por la playa deseando tenerte a mi lado para poder tomar tu mano.
La inevitable pregunta ¿Cómo sigues? Se ha vuelto tan dolorosa… Elisa me mira a los ojos y apenas atino a decir: -No sé- Estoy tan cansada de todo esto, de la repetición de no moverme, de estar en el mismo sitio de hace seis meses… en verdad no sé. Hay días en que quiero echar todo al olvido. No saber siquiera de tu existencia. Quisiera borrar tus huellas de mi piel y tu voz y rostro de mi memoria. Pero unos instantes mas tarde me encuentro con un gesto tuyo en alguien más y me devuelve al punto de partida.
Le digo entonces la misma historia que ha escuchado una decena de veces con los pocos eventos agregados de los últimos días. Me escucha atenta y sin fastidio. Ese fastidio que a veces encuentro en otros e incluso en mi misma cuando termino de hablar. Le agradezco el gesto. Finalmente me desmorono y me muestro vulnerable, sé que ella si no me entiende por lo menos no me juzga. Después de todo me hacia falta hablar con alguien.
Llego a la casa y me desplomo en el sillón el peso de tu ausencia inunda la habitación en la que nunca has estado presente. Aquí en este maldito exilio al que me arrojé por ti, por ambas. Tomo el teléfono para llamarte. Me obligo a no hacerlo y finalmente llamo. Contestas distante. Sé que estas con alguien mas en el lugar que era nuestro. Puedo escuchar la voz extraña y mimosa llamándote. Dices que no es nada y mientes, de nuevo. Dices que aún somos y sin embargo yo siento que ni siquiera soy y que tú eres con alguien más. Así de absurdos se ordenan mis pensamientos desde hace algún tiempo. Cuelgo el auricular y me enfrento de nuevo al vacío, a la soledad del exilio obligado, necesario primero, impuesto más tarde y ahora irrevocable.
Se me escapa lo que era, lo que fuimos, aquello que me aferro a pensar que seremos de nuevo a tu llegada. Sin embargo no soy la misma y tú tampoco. Eres su pareja, su amante, ni siquiera puedo borrar de mi mente las imágenes no vistas de ella contigo tocándote, riendo, haciendo todo aquello que yo no puedo debido a la distancia. Cómo me separo de esta realidad absurda, de la realidad no planeada, de esta sucesión de eventos que me mantiene en el mismo sitio.
La rutina de tu ausencia a veces se hace tan pesada, esta monotonía debe ser el infierno o por lo menos se le asemeja. Vuelvo a oír tu voz y vuelvo al punto de partida te extraño, te espero… aún con ella, aún si a tu llegada ya no estas mas conmigo.
Tu llegada, ese evento tan lejano que cada día es mas cercano y aún siento casi imposible…
Tu recuerdo se hace difuso con la distancia… que tanto de lo que siento es real y que parte de esto es la imagen fabricada por la memoria que distorsiona lo que fuimos y lo vuelve más brillante, mejor. Aún los malos tiempos de antes son mejores que los buenos de ahora porque no eres tú. Eres una voz en la distancia, una imagen de mi mente, unas cuantas palabras vacías en el monitor del computador. A veces quiero dejarte ir y avanzar porque ya no hay vuelta atrás jamás podré volver a ser lo que fui ni regresar verdaderamente al punto de partida. Al punto cero donde me llevaste al aeropuerto y pediste que no me fuera. Ese momento ahora es tan lejano y la decisión irrevocable. Es absurdo preguntarse que hubiese sido si… porque no es ni será nunca y aún así no hay día en que no me recrimine el exilio.
Aquí a la distancia debería poder ver todo con claridad y sin embargo la realidad se me presenta alterada. Te tropiezas en mis pasos, en mis pensamientos, me asaltas en los rincones más absurdos. Te miro en los gestos de los otros y sigo expectante de tus palabras vacías que yo lleno con significados, porque espero tu llegada. Ese evento que a pesar de ser cada día más cercano aún me parece imposible…
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